Hace 37 años el médico cirujano Juan Carlos Parodi operó a un entonces casi desconocido sacerdote jesuita de una importante colesistitis gangrenosa de la vesícula biliar en la clínica San Camilo, en la Ciudad de Buenos Aires. Hoy, el ahora Papa Francisco reconoce que este joven médico le salvó la vida.
Corrían los primeros meses de 1980 y el sacerdote Jorge Mario Bergoglio fue internado de urgencia por una infección abdominal grave. El doctor José Di Lorio pidió la ayuda de su colega Parodi quien recientemente había vuelto de un entrenamiento en la Universidad de Illinois y la Clínica de Cleveland, en Estados Unidos.
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Parodi, entonces de 37 años, fue a la clínica y revisó al paciente y decidió extirpar rápido la vesícula para evitar su ruptura. El sacerdote Jorge Bergoglio ingresó al quirófano, donde el cirujano hizo su trabajo y realizó un drenaje del área afectada. La gangrena de vesícula es una condición inusual, pero mortal si no se trata.
Como gesto de agradecimiento (el cirujano no había pasado honorarios), el jesuita le regaló a Parodi un libro sobre el fundador de la Compañía de Jesús, la congregación a la que él pertenecía. El cirujano, que había estudiado medicina en la Universidad del Salvador (USAL), de inspiración jesuita, recibió con agrado la historia de San Ignacio de Loyola que había leído en alguna de las materias de la facultad. En la dedicatoria, el sacerdote expresaba su agradecimiento.
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Desde entonces, médico y paciente no se habían reencontrado hasta que en 2013 el Papa Francisco recibió en su despacho al doctor Parodi en una audiencia privada. Durante la reunión de 40 minutos, el sumo pontífice recordó el buen trabajo de Parodi y le agradeció por haberle ayudado.
«Juan Carlos, nunca me voy a olvidar de su cara porque me salvó la vida», le dijo el Papa al recibirlo en su residencia. Al tiempo que agregó en forma de broma «me acuerdo siempre de usted en la ducha por la cicatriz que me dejó».
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El doctor Juan Carlos Parodi es el actual jefe de Cirugía Vascular de la Clínica Trinidad de San Isidro de Argentina y es el médico latinoamericano con más patentes registradas en Estados Unidos. En los años 90 desarrolló la técnica endovascular que se utiliza actualmente en la mayoría de las cirugías para reparar el aneurisma aórtico abdominal. La técnica redujo más de un 50% la mortalidad por ese tipo de aneurismas.
